Grandes y numerosas han sido las bendiciones que la Divina Misericordia ha concedido a su paso por las diferentes comunidades de esta Arquidiócesis.
Muchos sacerdotes, que han conocido el mensaje y se han hecho devotos de la Divina Misericordia han dado testimonio de cómo les ha ayudado a renovar su vida sacerdotal, “te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti” (2 Tim 1, 6). Numerosas personas de la Vida Consagrada han manifestado también lo mismo.
Innumerables fieles han dado testimonio de su amor a la Divina Misericordia: multitudes se han congregado en las carreteras formando vallas humanas para ver pasar la imagen de la Divina Misericordia; pueblos enteros se han reunido en las calles, adornadas con colores blanco y rojo para recibir a tan querida Imagen; desde las ventanas y puentes arrojan papelitos con los colores de la Divina Misericordia; cientos de personas se congregan en sus Parroquias para venerar a Jesús, Divina Misericordia y para vivir un encuentro con Jesucristo Vivo, descubriéndole como Camino de conversión, de comunión y de solidaridad, tal y como Su Santidad nos ha invitado a hacerlo en la Exhortación Apostólica Postsinodal “Ecclesia in America”.
Muchos fieles han dado a conocer cómo su vida se ha ido transformando, algunos incluso han dado testimonio de curaciones y otras gracias especiales con las que la Divina Misericordia les ha bendecido. Numerosas personas han manifestado que esta devoción les ha llevado a cambiar de vida y a acercarse, después de muchos años, al Sacramento de la Penitencia y al Augusto Sacramento de la Eucaristía.
Algunas religiosas que se dedican al cuidado de los enfermos nos han comentado como la devoción a la Divina Misericordia ha dado consuelo a los que sufren, es decir, a los propios enfermos y a sus familiares y amigos, y como también ha ayudado a los moribundos.
Numerosos Párrocos nos han informado que ésta devoción ha hecho que sus comunidades se unan más y que incluso muchos fieles que se habían adherido a diversas sectas protestantes, han vuelto a la comunión de la Única Iglesia de Jesucristo: La Iglesia Católica.
Pero ciertamente, el fruto más grande que muchas personas han podido sentir, es el poder decir, con todo el corazón, “¡Jesús, en Ti confío!”.
Estimado Sacerdote, Religioso o Fiel de la Iglesia, como puede ver, la Divina Misericordia nos ha ayudado a poder vivir con más confianza en el Amor indefectible del Padre, en la comunión eclesial. Por eso, infinitamente agradecidos, desde Puebla imploramos a Dios que tenga “misericordia de nosotros y del mundo entero”, al tiempo que humildemente suplicamos sus oraciones, de manera que Dios, Rico en Misericordia, nos ayude a decir, ahora y siempre, con todo el corazón: